Sentirse bien por dentro y por fuera...
- Alma Pancardo

 - 10 jun 2022
 - 4 Min. de lectura
 
En muchas ocasiones, sentimos que necesitamos cambiar diferentes aspectos de nuestro físico para sentirnos mejor, para llegar a ser felices. Es importante comprender que la aceptación de uno mismo, quererse y valorarse, es la clave que nos impulsa a avanzar y a cumplir metas. Pero eso no significa que no debamos intentar superarnos y mejorar algunas partes de nuestro cuerpo para vernos mejor.
La buena alimentación y el deporte regular son los pilares esenciales de un bienestar físico. Vivimos en una sociedad en la que la imagen es muy importante y en que las primeras impresiones cuentan. Por ello debemos mantenernos informados sobre las nuevas tecnologías que nos ayudan a mejorar nuestra apariencia.
¡Sentirse mejor con uno mismo si se puede!
Los sentimientos aparentemente más persistentes de desprecio hacia uno mismo pueden desaparecer si aprendemos a vernos con otros ojos.
Para ello, deberás cambiar tanto tus patrones de pensamiento como tu manera de relacionarte con el entorno y con los demás. Esta doble vía de acción, enfocada hacia las creencias y hacia las acciones, es la base de las terapias cognitivo-conductuales, y aunque el hecho de no pasar por la consulta del psicólogo hace que las posibilidades de éxito se reduzcan, sigue valiendo la pena implementar estas estrategias en el día a día.
1. Revisa tu estilo de atribución
Las personas con problemas de autoestima tienden a atribuir sus logros a la suerte o a los demás; en definitiva, a elementos que no son parte del propio mérito. Al mismo tiempo, creen que la mayor parte de las cosas malas que les ocurren sí son su culpa, incluso aunque la relación causa-efecto no esté clara.
Así pues, ante la pregunta de "¿cómo sentirme mejor conmigo mismo?" debes empezar reflexionando profundamente sobre tu estilo de atribución en aquellos casos en los que te sucedan cosas significativamente buenas o significativamente malas. Lo ideal sería hacerlo lo más habitualmente posible, pero como seguramente te faltará tiempo y energías para estar aplicándolo todo el rato, es mejor ir a lo práctico y hacerlo en los casos más especiales. Con el tiempo, automáticamente irás perdiendo la necesidad de hacerlo.
Por ejemplo, si te felicitan por un proyecto de universidad, es mucho más razonable que esto sea gracias a tus méritos a que sea a causa de que le caes bien a quien evalúa (simplemente, porque la mayoría de evaluadores hacen su trabajo). Del mismo modo, es muy frecuente que las personas maltratadas crean que esos ataques son su culpa, aunque esto evidentemente no sea así.
2. Practica la compasión
Si tienes problemas para aceptarte, posiblemente estés aplicando unas expectativas muy rígidas a esas creencias acerca de lo que deberías ser y no eres. Por ejemplo, hay millones de mujeres que se culpan por no parecerse a mujeres que literalmente no existen, dado que son modelos irreconocibles tras pasar por una capa de programas de edición de imagen por ordenador.
Así pues, del mismo modo en el que empatizas con el resto de personas, practica la compasión contigo mismo, y acepta que no tienes por qué estar sujeto o sujeta a condiciones tiránicas de comportamiento. No es obligatorio adaptarse perfectamente a esos ideales que tenemos, simplemente tender a ellos, si eso es lo que queremos. Para ello, dedica 5 minutos al día a reflexionar acerca de si tu "Yo ideal" es razonable o no, y si tratas de parecerte demasiado a esa persona que solo existe en tu imaginación.
3. Ama tus aparentes imperfecciones
La realidad es demasiado compleja para poder ser dividida en "lo bueno" y "lo malo". Por supuesto, hay situaciones en las que sí está claro que algo está bien y su opuesto no lo está, pero esto no ocurre siempre, porque el mundo no está hecho para encajar en categorías de pensamiento tan herméticas y delimitadas.
Una de las consecuencias de esto es que lo que creemos que son imperfecciones propias no tienen por qué serlo.
De hecho, hay quien ama esas características personales de las que otros se avergonzarían. Por ejemplo, el carácter desinhibido de quienes no tienen complejos pero viven en sociedades fuertemente conservadoras, o incluso las arrugas, que en un contexto en el que la discriminación a las personas maduras es generalizada, pueden ser vistas como un valor estético positivo, al ser un signo de experiencia.
Del mismo modo, hay manías y rasgos "muy propios" que pueden resultar adorables o carismáticos si dejamos de verlos como fallos en uno mismo: evidentemente, si nos avergonzamos de ellos, eso se nota, y el resto de personas actuarán como si efectivamente esas características fuesen algo malo.
Adicional, si hay algo de tu apariencia física que desees cambiar, hazlo, pero hazlo con conciencia y siempre sabiendo que es por que TÚ y solo TÚ lo quieres, nunca cambies por opiniones de los demás, por ideas que la sociedad imponga, etc; cambia por ti, porque es algo que deseas tú y te hará sentir mejor solo a ti, complácete a ti mism@.
4. Dedícate a lo que te gusta
Una de las causas más habituales por las que las personas tienen dificultades para aceptarse a ellas mismas es que creen que desperdician su tiempo. Para evitar esto, la solución es reinventarse. Trabajar para llegar a una situación en la que podemos dedicarnos a lo que amamos. Si hacemos esto, incluso podemos estar orgullosos del camino que realizamos para llegar a ese punto de la vida, aunque aún no se haya llegado a él.
Oriéntate hacia la acción. Evita ensañarte contigo a través de los pensamientos negativos, que a la práctica no son más que una excusa para no mejorar, y concéntrate en dirigir tu acción a hacer cosas que realmente sientas que te hacen crecer. Crea motivos para sentir orgullo para ser quien eres, en tu situación y con los medios con los que dispongas.
Ya eres bell@, solo necesitas aceptarlo y siempre mantener esa belleza física y mental.

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